A
veces, el destino se anuncia en pequeños detalles, simplemente hay
que estar atentos a esas señales que son como estrellas fugaces.
Un
día cualquiera. Un mes cualquiera de un año más de tantos.
La
rutina era un cúmulo de hechos que, por iguales, pasaban ya
desapercibidos. Pero aquella vez, aquella tarde, algo iba a cambiar
todo para siempre.
Y
no iba a ser un día cualquiera, en un mes sin importancia. Así son
los milagros.
Salía
del trabajo, lo recuerdo, y de repente fui atravesado por el fuego de
una mirada que no había visto antes. El tiempo no pasa en esos
momentos y no sé como dejé mi camino para a ir a un extraño
encuentro.
Era
como la imagen de un espejo. Un reflejo, un destello en la noche que
me hizo ver todo diferente. Todo era igual pero a su vez distinto.
Las flores, el cielo, hasta la gente de siempre.
Pero
estaba ahí... Mirándome de frente, de pie entre todos y era como si
estuviéramos solos, como si el universo fuera un telón para aquel
maravilloso acontecimiento. No sé si hubo palabras, no sé si le
dije algo, si la tomé de la mano, pero la recuerdo sonriendo.
Dándome
una paz infinita y una alegría como un océano.
Desde
aquel instante algo en mi ha cambiado, algo es mejor dentro de mi
pecho. Puedo ser valiente, loco, poeta y bohemio sin medidas. Dejarme
caer en las esquinas y caminar bajo la lluvia sin paraguas. Besar las
flores siempre tímidas.
Las
noches tienen fantasías de soñar despierto. Los días son la
maravilla más linda. Si hasta la luna me brinda colores para las
melodías de las aves que tantos poemas recitan.
Será
el amor lo que me brinda esta alegría y esta tristeza honda que me
martiriza. Será el amor lo que me impulsa y, su vez, me paraliza.
Uno
teme perder todo en un segundo y, a su vez, sabe que no existe eso
que llaman tiempo, eso que miden los relojes con sus números
perfectos.
Pero
estaba ahí... la recuerdo muy bien. Como una imagen de belleza entre
las tinieblas de una rutina que agobiaba mi vida, un laberinto que no
conducía a nada más que a una oscura desidia.
Quizás
algunas vez más pueda volver a verla. Pueda volver a tener aquella
dicha que es un recuerdo o una ilusión que tuve un día.
Martín
Espinoza,
Septiembre de 2007