viernes, 23 de agosto de 2019

REINICIO


Un día estaba ahí arriba en el cielo. Difuso, tenebroso, enorme. Nadie pudo entender, ni los religiosos, ni los científicos, ni los generadores de opiniones como puedo aparecer eso. Imagen presente, difuso planeta enorme que no ejerce fuerza alguna, que no destruye lunas pero si pensamientos, creencias, derrota y genera nuevos temores y guerras.

Pues es mentira eso de las películas que nos venden que si una amenaza de afuera llega nos va a unir. Jamás va a pasar eso pues somos seres inmaduros, monos con manejo de ciertos verbos. Y así estamos a los tiros, destruyendo todo con fuego enemigo. Nos matamos los unos a los otros por ser los primeros en llega a ese lugar incierto que cada vez es más grande. Se acerca con el tiempo.

Y no crean que no se ha hecho nada. Se han enviado varias sondas tan estúpidas como aquellas con mensajes de paz y amor y otras con bombas nucleares para acabar con eso que no comprendemos y por eso mismo debe ser malo, debe ser aniquilado.

Afortunadamente de la destrucción nos encargamos nosotros, dejamos el espacio libre para el nuevo mundo. Un lugar que nunca fue pensado para nosotros porque somos máquinas que destruyen, que odian, que se aprovechan del indefenso, que no piensa, gacemos cada cosa que da risa a cualquiera que nos vea de arriba.

Y así es la cosa. Así nos aniquilamos entre todos. Los pocos que quedamos redactamos textos inverosímiles donde probamos ser buenos, ser sublimes, o más estúpidos en nuestro afán de ser eternos.

La nueva tierra está en su órbita, con su nueva luna y su paraíso para todos los seres vivos. Sin el error evolutivo de crear terribles simios asesinos. Ahora si, la vida será por siempre, en paz y armonía. Lo merecíamos desde el principio.

Martín Espinoza, 23 de agosto de 2019

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