sábado, 14 de agosto de 2021

ABORTISTA

Antes el aborto era ilegal. Luego lo fue. De hecho, hasta fue obligatorio cuando la población mundial llegó a números muy preocupantes. Ya no había casi lugar, sin comida para todos, sin trabajo, sin futuro alguno.

Con el avance de la tecnología se pudo llegar a crear una máquina del tiempo, pero una particular. Una inteligencia artificial instalada en una computadora cuántica que podía saber el futuro de cada persona antes de nacer, desde su misma gestación.

Este artilugio podía calcular miles de millones de variantes en un instante y, en un instante también, daba su veredicto: NACER / ABORTAR. Fue todo un hito, un adelanto y una solución para la sobrepoblación humana que había pues nacerían solamente los mejores, los capacitados, quienes realmente merecían y debían vivir para mejorar a la sociedad.

Los nuevos nacidos eran recibidos con honores y criados con lo mejor que había. Comida, agua y la más elevada educación posible les era dispensada. El futuro eran ellos. El futuro dependía de ellos. Estos nuevos seres superiores en una generación, su generación, lograron avances impensados e inesperados.

Lo primero que hicieron fue desconectar a la inteligencia artificial que los había seleccionado bajo el argumento de que al ser ellos mejores que los demás su descendencia sería superior a todas las descendencias previas y, por ende, los nacidos sin selección arbitraria eran inferiores. No merecían malgastar recursos y, mucho menos, tener hijos.

Se crearon campos enormes a donde fueron a parar los inferiores para su posterior limpieza. En unos pocos años estaba todo solucionado. Sin concesiones para nadie fueron todos debidamente eliminados de la historia humana. Los selectos, los superiores eran la nueva humanidad en un planeta para unos pocos, ellos, los elegidos, los invaluables. Los dueños y merecedores del planeta.

Un día desperté en un mundo perfecto de paz, armonía y una enorme cantidad de vida. Millones de especies nuevas tanto en la tierra sana, como en el aire puro y en el agua limpia eran la biomasa más abundante que tuvo en sus millones de años la tierra.

No fue fácil librar a este lugar de los peores parásitos que haya tenido el mundo, de su peor enfermedad. Ese cáncer llamado humanidad. Lo conseguí al dejar nacer a los mejores de su especie. Los más ambiciosos, egoístas y dispuestos a lo que sea necesario para sobrevivir y tener el poder sobro todo, sobre todos.


Martín Espinoza, 14 de agosto de 2021

jueves, 5 de agosto de 2021

VIDAS

Forma extraña de morir que eligió ella. Con la sangre saliendo de sus venas, la mirada perdida hacia un nuevo paisaje, una nueva tierra. Yo sé que sigue viva en alguna parte donde acaso repita esta rutina de morir a voluntad para evadir la vida que es infinita, que se esparce en todas direcciones sin medida.

Cuantas conciencias reflejadas en algo que se llama alma piensan y analizan esta situación. Este cuadro trágico y de esperanza perdida. De busca, entre tantas, de una sola vida. Una realidad donde todo vaya bien, al menos como se espera, como se sueña y desea.

Cuantas prófugas entre estrellas, entre tiempos y universos, realidades y sueños que son lo mismo de alguna manera.

Cierro el expediente. Pronto, en alguna otra parte o en este mismo lugar estaré una vez más ante la misma persona, la misma conciencia infinita de que uno es todos, la individualidad se multiplica en cada mirada, cada sonrisa, cada muerte y cada vida.


Martín Espinoza, 05 de agosto de 2021

CUERPO

No me había dado cuenta antes pero hace ya mucho tiempo que no siento nada. No sufro, no estoy feliz, pero tampoco mal o deprimido, o cansado o lo que sea. Lo cierto es que pasa el tiempo cada vez más rápido. Cada día es la anécdota de un recuerdo que queda en nosotros. Un comentario con desconocidos de que se pasa la vida sin darnos cuenta.

No quiero a nadie y no me quieren tampoco, eso me consuela. Sin amigos, pero también sin enemigos, sin vínculos con nadie duermo más tranquilo. Al menos sigo la rutina de las actividades de las cuales estoy pendiente, son mi trabajo, disfrute y condena.

Lo que que me llama la atención es que cada vez duermo más, cada vez me cuesta más estar despierto en este mundo “real”. Este mundo que cada vez me pesa menos, me molesta y soporto poco y casi nada. Vivo con los hechos soñados, atando cabos para interpretar todo lo que pasa en ese lado de la realidad. En ese mundo siento y amo, tengo proyectos y conozco cada lugar, cada espacio es mío.

A veces y siento que en este mismo momento donde escribo este texto estoy un poco en cada universo. La poesía, los relatos son un nexo entre mundos paralelos y puedo elegir de que lado ser quien soy y de que lado ser un ente que cumple su rutina por el mero hecho de satisfacer necesidades.

Así que desde este momento voy a vivir de ese otro lado, en ese otro lugar, en ese espacio tiempo acaso similar y a su vez tan distinto donde mi alma tiene un cuerpo y ese cuerpo está vivo, tiene sentimientos y hasta un nombre que descubriré en algún momento.


Martín Espinoza, 05 de agosto de 2021




domingo, 1 de agosto de 2021

UN GUSTO CONOCERTE

Cada mañana, cuando me miro por primera vez en el día al espejo, es un alivio ver que sigo siendo el mismo. Pues algo pasa. La gente cambia de cuerpo o de alma, no sé todavía. Lo cierto es que se transforman en otro, otra cara, hasta la personalidad y el carácter son distintos.

Me pasó ya con varios compañeros de trabajo. Trato de disimular, de seguir como si  nada, pero tengo miedo de que ocurra, o incluso ya me haya pasado, esa mutación sin haberme dado cuenta jamás de semejante cosa. Lo digo porque los nuevos extraños siguen con sus cosas como antes, cuando eran otros, y los demás no parecen darse cuenta. O también se han dado cuenta y simulan, como yo, ante un extraño, un irreal miedo de que algo terrible nos pase.

Lo fatídico de todo esto es que al regresar una tarde del trabajo me recibe otra mujer, no era ella. La de siempre, la que amaba y me amaba. Quedé horrorizado y mudo ante esa nueva persona que estaba delante mío en su escritorio. Me mira y me dice: “¿Qué te pasa? - ¿Por qué esa mirada?” Simplemente le dije que estaba cansado, que había tenido un pésimo día y sólo quería descansar. A lo que ella me repica: “Andá a bañarte y vestite que se nos va a hacer tarde”.

Mudo seguí sus indicaciones, no sabía a dónde debíamos ir, para qué o por qué. Lo cierto es que ella también se había vestido de gala y me esperaba impacientemente. No sabía que decirle, no sabía como tratarla, no la conocía, no era ella.

En el auto me mira fijo y me dice: ”No sé quien sos, perdoname pero hoy cuando te fuiste eras otro”. Frené de golpe en medio de la ruta, a los gritos el chofer de un micro nos insultó con todo su arsenal de malas palabras. Estacioné como pude en la banquina, ella se baja, sale corriendo, yo detrás suyo pidiendo explicaciones mientras me quedaba sin aliento.

“¡Dejame en paz! ¡No sé quien carajo sos! ¿Por qué me hacés esto?” Decía entre lágrimas ya cansada de correr también. “No sé quien soy, creía hasta recién que era el de siempre, quien amaste desde el primer día de habernos conocido, y vos también sos otra. ¡No te conozco!” Ella se calma, parece más sorprendida que yo y comienza a reírse.

Seca sus lágrimas con un pañuelo de seda oscuro y dice: “Dale, volvamos a casa. No vayamos a ese evento aburrido. Quiero que nos conozcamos y hablemos de esta locura que pasa en el mundo” Asentí con la cabeza. Subimos al auto, viajamos sin decirnos una palabra, llegamos y ahí si hablamos horas. Tomamos algo y nos fuimos juntos a la cama.

“Tal vez mañana seamos otros nuevamente. Así que disfrutemos de nuestras nuevas compañías. Un gusto conocerte” Le dije y ella sonrió radiante, como la otra,  y creo que yo también la mire como a quien conocía antes de mí.


Martín Espinoza, 01 de agosto de 2021



martes, 18 de mayo de 2021

FINALES

Una pena acabar así, de esta manera tan simple y aburrida. El mundo se limpia de humanos de a poco, lentamente. No nos damos cuenta y eso es lo terrible. Seguimos con nuestras cosas, nuestros problemas simples y terribles. Deportes, odios guerras, amores, mentiras y peleas, todo ya es nada, todo ya es poco y no importa. La música, la poesía, serán acaso lo que quede por ahí. Quien sabe, perdido en alguna y si es que existe otra inteligencia no creo que le importe lo poco que dejamos o dejemos. Si es que queda algo.

El tiempo irá borrando todo, casas, ciudades, el ego nuestro tan grande, estúpido y destructivo. El amor como signo, la humanidad como hito de lo malo, lo bueno, lo digno y prohibido. Las aves serán libres, los peces en el rio, el mar, los océanos no nos recordarán porque no nos han conocido, y las demás especies no querrán recordar nunca más a seres tan necios, tan crueles, dignos de olvido.

Veo las noticias, la gente creyendo ser el mismo centro del universo, sus problemas son culpa de otro y la normalidad la manera sutil de sentirse vivos en una sociedad que los aliena, los deja vacíos, creyendo que poseer cosas los hace mejores, seres superiores a los cuales todos se les da porque lo merecen, porque son dignos quien sabe porque sino extraño del destino.

Ya vamos cayendo de a millones en un estado crítico pero miramos la televisión, los celulares y hasta hacemos videos con estúpidos desafíos, lloramos con gatitos abandonados y nos indignamos hasta la ira más ferviente con lo que sea distinto. Somos jueces, verdugos y a la vez indiferentes. El mundo, las vida pasa afuera, lejos de nuestras cómodas cuevas donde siempre dormimos.

Tal vez algunos niños, de esos especiales, de alma pura y corazón limpio caminen por las calles llenas de flores y sean ángeles que reporten al infinito que fuimos, hace mucho, una humanidad sin sentido, una rara especie que ya no existe, ya no crea ni destruye ni se pelea con su tono altivo.

Y un día el agua estará limpia, el cielo celeste, el aire puro. Nuevos animales, nuevas vidas, un nuevo mundo en este planeta libre de la peste, de ese virus que hemos sido.


Martín Espinoza, 18 de mayo de 2021



DOS VOCES

Ana: Bueno, ya es hora. Vos sabías que esto iba a pasar. Nati: ¿Qué cosa? ¿De qué hablás? ¡Justo ahora! ¡En el peor momento! Ana: No es mi c...