viernes, 17 de febrero de 2017

GAMER


Una vez más. Vamos de nuevo. Ya aprendí los trucos, los señuelos, las estrategias, los tiempos, donde están los mejores lugares para este juego. El servidor ya tiene mis datos, ya pagué las cuotas atrasadas, me espera la gloria misma. Tengo las claves, soy un experto.

El primer nivel es mera práctica, un requisito que hay que pasar si o si. Me desenvuelvo sin problemas. No hay grandes recompensas ni nada que perder. Pero uno se suelta un poco de todos modos. Al fin puedo entrar en el segundo nivel, ahora si, comienza la acción, básica por el momento. Un disparo aquí, otro allá; no ofrecen mucha resistencia los enemigos.

El tercer nivel tiene o suyo, es más de estrategia, ahora hay que ser cuidadoso, llegan los refuerzos. Mis compañeros de equipo están nerviosos, no entiendo por qué, todavía no tenemos baja alguna. Van rodeando el edificio, buscamos posiciones estratégicas. Tenemos que llegar al cuarto nivel como sea.

De a poco vamos ganando ventaja, lamentablemente tenemos dos bajas, pero los demás nos acomodamos a la situación sin mayores inconvenientes. Tenemos lista la salida, fuego de cobertura, al fin estamos en la ruta. Nos persiguen varios, y otros se suman. No esperaba que este nivel sea de tal manera, pero es lo que le da emoción al juego.

La huida es a toda velocidad, disparar así no es cosa simple pero soy un gran tirador, un buen estratega. Estamos a punto de llegar a un punto de control, desde ahí podemos repensar nuestra situación, descansar un poco. Uno de los integrantes del grupo se revela, quiere entregarse, quiere rendirse; cosa imposible porque implica la baja de todo nuestro equipo. Le pido que no lo haga, que siga, que dependemos de él y él de nosotros. No hay caso, apunta su arma en contra mi avatar, tuve que desconectarlo del servidor.

Recibimos ayuda impensada, obtenemos una ventaja enorme. Al fin termina este duro nivel. Dos bajas más, más a quien tuve que banear, una pena. El quinto nivel comienza tranquilo, como premio del nivel anterior, conseguimos municiones, botiquines, medicinas. Nuestra ayuda se une a nosotros. Estamos listos para una nueva batalla.

Pero lo impensado suele suceder. Ahora comprendo que esa ayuda tenía su precio. Pasamos el nivel cinco sin un rasguño, casi milagrosamente. Pero habíamos cometido, sin saberlo, un pecado grave que debía ser penalizado. Habíamos hackeado el servidor, modificado las leyes del juego. Fuimos dioses un nivel.

Nuestra ayuda, nuestros aliados resultaron ser parte del sistema, del mismo juego. Se unieron a nosotros y nos hicieron parte de ellos. Superamos las penalizaciones porque éramos ya uno con ese universo. Somos el juego, la realidad ahora, lo cotidiano. Disponemos las reglas, quien gana y quien pierde. Nuestros cuerpos humanos fueron olvidados. Somos avatares, personajes de unos pocos bytes sin alma, bajo el arbitrio de un gamer.



Martín Espinoza, 17 de febrero de 2017

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