No
puedo decir que antes hubo tiempo pues ya no hay antes, ni ahora, ni
después. Todo pasa a la misma vez, principio y fin, alfa y omega de
todo es uno mismo. Matamos el tiempo, terminamos con esa dimensión
que nos tenía prisioneros. Aunque debo confesar que todo fue un mero
accidente; un día de pruebas en nuestro colisionador. Nadie esperaba
que pasara semejante cosa. Todos los cálculos eran perfectos, o eso
pensamos.
Es
un caos tremendo, se rompen todas las leyes cuánticas del espacio
tiempo de las cuales no sabemos nada y sabemos todo. Es una cuestión
de ilógica sin precedentes (tampoco debe existir más esa palabra).
Lo
cierto es que después de ese evento al poco tiempo (valga la ironía)
notamos con horror que el tiempo ya no era una constante en este
universo, al menos en este mundo, al menos para nosotros. Bastaba
apenas cerrar los ojos, pestañear para cambiar de época. A veces
podía ser un segundo antes, diez días antes o después. Hasta que
definitivamente perdimos la noción temporal de todo pues podríamos
ir a parar a un pasado que jamás había sucedido o si, pero a ese
nosotros que viajaba, o nosotros íbamos a parar a un presente que no
era el nuestro, o si. Ya no sabemos cuantos nosotros existen, hay
miles y cada vez somos más. Versiones nuestras de tiempos diversos,
con historias diversas. Gemelos del tiempo muy distintos los unos de
los otros.
Y
quien diga que no pueden coexistir varios seres siendo uno pues uno
destruiría al otro en una especie de desintegración milagrosa se
equivoca totalmente. Prueba de esto es que en mi casa somos siete yo,
siete seres tan distintos que nos llevamos bien y a veces muy mal. No
lo soporto, no me soporto.
Hubo
varios intentos de marchas de protesta en contra de semejante
aberración cronológica pero ninguna prosperó. De repente
desaparecían sus integrantes y al rato aparecían de nuevo con ideas
distintas o aducían que ya a esa marcha la habían realizado más de
un millón de veces. Lo bueno, por llamarlo de alguna manera, de todo
esto que es no pareciera haber bucles, repeticiones ab infinitum de
un evento.
O
si, en este mundo actual todo puede pasar y nada a su vez. Cambia la
sociedad, el clima, la misma forma de la materia en un instante o
simplemente esta todo ahí, pero no podemos notarlo, vemos partes
sueltas de un todo separado pero unido de maneras que no podemos
explicar pues (al menos quien ahora escribe esto) somos prisioneros
del espacio-tiempo en donde fuimos forjados antes de haber sido
lanzados a este caos.
Sin
embargo hay algo que realmente nos une a todos: es la preocupación
por algo que nos aterra por igual. De repente aparecen y desaparecen
del cielo otros soles (este mismo sol diferente), otras tierras (esta
misma tierra diferente). Las consecuencias han sido terribles. Ahora
(perdón, es una costumbre el uso de esa palabra) nos acercamos a
nosotros mismos en una colisión en apariencia inminente. Otra
tierra, otro sol ocupando el mismo espacio es un dislate cósmico
colosal. Y parece que cada vez esta rotura de las barreras en las
branas de los demás tiempos paralelos se va rompiendo a niveles no
ya de este sistema solar, si no la misma galaxia y seguramente de
este mismo universo.
La
paradoja es que sabemos lo que va a pasar y no va a pasar a su vez.
Siendo que ya no existe ni ayer, ni a su vez, ni a la vez, ni recién.
Existimos y no existimos, o nunca fuimos creados. Hay miles de soles
diversos que es nuestro sol y ninguno, lo mismo pasa con el planeta y
los demás planetas de este sistema solar o de los diversos sistemas
solares similares que coexisten en el mismo espacio. Será cuestión
de acomodarse.
Martín
Espinoza, 19 de noviembre de 2017.-
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