miércoles, 31 de diciembre de 2014
jueves, 11 de diciembre de 2014
lunes, 8 de septiembre de 2014
ENTRE ELLOS
Preferiría estar ausente en determinadas circunstancias, pero ser
mortal me obliga a quedarme -ya no puedo desvanecerme a voluntad como
antes-. Pero no es tan malo, al menos ahora la gente se acerca a mí,
me habla, hablo con ellos, hasta supe lo que es el amor, la traición,
el olvido.
Trabajo, en horario de comercio en la ciudad de
Santa Fe, no me puedo quejar. Bueno,
si me quejara
sería un empleado a la deriva, en esta casa de venta de
electrodomésticos. El empleado debe estar siempre
feliz, sonriente. Aunque he encontrado mis maneras sutiles de
rebelión, no mintiéndole al incauto cliente ante las tentadoras
ofertas... Mire,
es mejor este o este otro que el que usted pretende llevar, cuesta
más, si... hágame caso, no se va a arrepentir, créame.
Alquilo aún, porque en verdad no hace mucho que adquirí esta forma
y de este lado de la realidad las cosas cuestan, el dinero manda y no
otra cosa.
Lo que me gusta en mis fines de semana es salir
por ahí donde pinte
–dirían algunas- la costanera, la “citi”
con sus barcitos carísimos y de regular atención. Entrar en un
boliche, perdón, “pub”,
bailar y bailar horas hasta que el cuerpo diga basta –me gusta esa
sensación de cansancio, lo tomo como mi revancha ante este cuerpo,
esta prisión de piel, carne y huesos-.
Se preguntarán ustedes, quienes sean, quien fui antes de ser quien
soy. Como decirlo... mis recuerdos han sido debidamente borrados
hasta la mera confusión. Supongo que la sombra que se oculta en los
espejos, la brisa que acaricia de repente con su tibieza y nos hace
recordar eso... Eso que sentíamos perdido... Lo que importa es que
ahora estoy de este lado.
Mi nombre está de más, por lo común y aburrido,
no vale la pena mencionarlo. Lo cierto es que trabajo, que camino por
la peatonal todos los días, que viajo en micro, perdón, “colectivo”
como todo el mundo, pago mis cuentas y a veces sueño con una vida
mejor. Quizás volver a mi estado anterior, pero me han borrado los
recuerdos, aunque sospecho que es un
castigo a
mi envidia. Verlos pasar siempre, hablando entre ellos, comiendo,
besándose algunos, llorando –y hasta supe que se morían- me hizo
pensar que sería una buena idea estar de ese lado.
Ahora lo estoy, soy uno más que camina por ahí,
entre ellos, entre todos, siendo parte de ellos, una más de todos.
Una simple mujer que soñó un día con ser brisa tibia, ángel o
demonio pero que regresó. Ah... la envidia, la nostalgia como
consiguen hacernos volver a la nada.
Martín Espinoza, febrero
de 20061
1Corregido
en septiembre de 2014
DOLOR
El dolor es parte de la vida.
Nunca transitaremos este camino sin él. A lo largo de mi vida he
aprendido que el dolor, los hechos dolorosos que nos suceden a su
tiempo redundan en crecimiento.
Crecemos, gracias al dolor
como hombres, por una cuestión, podría decir, de supervivencia, ya
que si uno no crece para superar cualquier momento adverso, si no
encuentra un incentivo para superar y superarse ante cualquier
contrariedad, ésta se vuelve inmensa, infinita, nos absorbe, nos
asfixia, nos mata.
Cada año que pasa, cada
dolor, cada alegría, cada noche y día, no es sólo tiempo que
transcurre, es experiencia. Todo lo bueno exige cierta cuota de
sacrificio ¿No es buena la vida cómo para sacrificarse por ella?
Dios está con nosotros para ayudarnos, para que carguemos nuestra
cruz con él, por él, junto a él.
Cada lágrima derramada vale
la pena, porque la tristeza es un sentimiento que Dios nos ha dado en
su infinita sabiduría, debemos aprender a sacar provecho de ella
pero sin dejarnos avasallar ¡Hay que seguir nuestro camino!!!
¡Enfrentarse cada día con el mundo!! Pero esto no es una guerra,
nuestro enfrentamiento no debe ser negativo, una especie de revancha
ante todos, contra todos.
No... nuestro camino debe ser
transitado con ayuda de los demás, como hermanos, juntos, debemos
compartir todo, nuestras alegrías y tristezas. Reconozco que hay
cosas que uno debe reservarse para si, pero no es bueno callarse
todo, intentar cargar todo, Dios está a nuestro lado, pero
necesitamos de nuestros amigos, de nuestros seres queridos, pensemos
que en ellos -mediante ellos- puede obrar Cristo, no conocemos por
"casualidad" a nadie, esto es algo que siento íntimamente,
en el plan perfecto de nuestro Padre, nada es al azar.
Si bien no todo es dolor en la
vida, sino que existen momentos hermosos, dignos de ser vividos,
vivenciados, guardados en nuestro corazón, en nuestra alma. El dolor
puede llegar en cualquier momento y ahí es donde todo lo bueno que
hemos tenido anteriormente nos debe ayudar, cada recuerdo, cada
sonrisa guardada en nuestra memoria nos debe servir de apoyo ante la
adversidad. Todo forma parte de nuestro legado en este mundo, porque
lo que aprendamos es lo único que realmente dejaremos a nuestros
hijos, a nuestros amigos.
Somos lo que hemos vivido,
cada evento nos marca para siempre, pero positivamente. Obviamente
que nada es fácil, que siempre estaremos exigidos al límite de
nuestras capacidades, ya todos sabemos que Dios nunca nos va a dar
una cruz que él sepa no podremos cargar.
¡Gracias a Dios por el
dolor!! ¡Por nuestra cruz cotidiana!! ¡Por cada alegría, por cada
tristeza!! Porque nos hace fuertes, nos hace sabios.
Quizás algunos no entiendan
estas palabras, sientan que esto que digo sea una locura digna de un
masoquista. Les digo que no, nada de eso. Que es algo que aprendí
empíricamente transitando el camino de mis días, de mi vida. Y me
siento feliz de vivir, de creer en Cristo, de haber puesto en sus
manos mi vida, mis penas, mis alegrías.
Ya nunca más me sentiré solo
sintiendo que nada importa, que nada vale, que sería mejor no haber
nacido ¿Para qué? ¿Para sufrir? ¿Y la felicidad? Todo eso me lo
he planteado antes, todo eso lo he sentido, me dejé llevar por la
tristeza, por el odio hacia todo y todos, me destruía y destruía a
los demás ¿Ese no es camino que quiere que sigamos el demonio?
¿Acaso no quiere vernos destruidos, abatidos? ¡La mejor creación
de Dios!!
Pensemos que todo pensamiento
negativo, toda angustia, toda la tristeza que nos abate, que nos
"tira abajo", que nos paraliza no es de Dios. Porque él
solamente quiere nuestro bien, nuestra salvación.
Pongámonos una meta: vivir,
simplemente y esforzadamente, ¡¡VIVIR!! A pesar de todo, siempre
existe una luz, una esperanza, tenemos la capacidad de adaptarnos a
todo, de superarlo todo, pero jamás solos, con nuestra fe, nuestra
voluntad, la ayuda de quienes nos quieren. Todo depende del amor.
Todo pasará, el tiempo
siempre corre, pero que no sea inútilmente, depende de nosotros que
cada paso, cada triunfo, cada caída, forme parte de nuestra
experiencia, de nuestro aprendizaje, de nuestra maduración mental,
afectiva, espiritual.
UNO Y LOS DEMÁS
Muchas
veces uno se siente solo, como si estuviéramos en una isla en el
medio el océano. Sin embargo, esta es una sensación muchas veces
falsa. Quizás sea que asumimos la soledad como una falta en la
satisfacción de nuestras necesidades pero hay que saber que el
otro/los demás no están para cumplir nuestros deseos y mucho menos
para paliar nuestras carencias.
Los
demás están tan cerca como los dejemos estar, depende de nuestra
apertura hacia ellos. Porque debemos aceptar al otro tal cual es, así
como ellos nos deben aceptar como somos. Por supuesto que cada uno
debe “adaptarse” al otro, sin dejar de lado nuestra personalidad,
y que siempre está latente la posibilidad del cambio.
Hay que
pensar que los demás tienen las mismas necesidades que nos apremian
y muchas otras que no alcanzamos a imaginar. Pero nunca debemos
dejar de ser luz así como ellos son luz para nosotros.
Pasa
que, en ciertas ocasiones, transitando los caminos de esta vida, nos
topamos con personas especiales. Personas que nos hacen ver las cosas
de otra manera, que nos rescatan de nuestras frustraciones, nuestras
tristezas, nuestros dolores. Personas que con su dulzura, su bondad,
su alegría nos hacen pensar que no todo está perdido en este mundo.
Personas que nos llenan de ganas de seguir adelante, a pesar de todo.
Personas
con sus defectos, como los tenemos nosotros. Personas que en muchas
ocasiones nos van a ayudar y muchas veces tendremos que ayudar. Gente
que lucha día a día, al igual que nosotros, que sueña, que
trabaja, que construye su futuro desde su lugar.
Necesitamos
de los demás, en todo sentido. Pero especialmente necesitamos a los
demás afectivamente. Ganar un amigo, un amor, es el mejor tesoro que
podremos alcanzar. El resto: los títulos, el dinero, la fama, son
meros instrumentos que de nada nos sirven si estamos solos. Si no
aprendimos a querer y ser queridos.
Uno
puede tener muy poco, o nada, materialmente, pero puede poseer mucho
espiritualmente. Porque amar es entregarse sin esperar nada a cambio.
Y se recibe muchísimo más de lo que se brinda. Por eso debemos
dejar todo por el prójimo, por quienes amamos y nos aman y, sobre
todo, por quienes no conocemos.
Para
esto último necesitamos FE. Fe en Dios, AMOR a Dios. Y amar a Dios
es amarnos a nosotros mismos y a los demás como ÉL nos amó. Por
supuesto que no es fácil hacer esto, primero deberemos vencer (tarea
de toda la vida) nuestros miedos, nuestros prejuicios, nuestras
falencias, nuestras flaquezas. Y sobre todo, debemos creer siempre,
en Dios, en nosotros y en los demás.
No
estamos solos, simplemente no hemos tendido nuestra mano a modo de
puente con los demás. Abrir el corazón. Dar lo mejor de nuestro
esfuerzo sin esperar nada a cambio. Debemos AMAR, simplemente querer.
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