viernes, 30 de diciembre de 2022

MEDIA SOMBRA

No sé como comenzó, pero un día me di cuenta. Estaba caminando cuando lo noté, mi sombra era la mitad, medio cuerpo, media cara, media mano. Lo sé porque luego me puse a ver que pasaba y era así: siempre la mitad. No entendía por qué me pasaba eso. Tal vez tenía media alma, medio cuerpo físico y la otra mitad etéreo o es que acaso era media persona, medio hombre, media cosa.

Dejé el día por la noche para que nadie lo note. Tenía miedo de las reacciones, aunque después descubrí que nadie se daba cuenta. Es una probabilidad que los demás vean la mitad que me faltaba. De ser así significaría un problema de apreciación de mi propio ser, de mi realidad como ente o medio ente en este caso.

Me fui acostumbrando a ese efecto y ya caminaba por la calle con el atardecer de fondo viendo como mi medio yo sombrío se hacía largo e infinito. Pero lo que me hacía pensar más que nada es lo que haya sido de la mitad faltante. Sería de una dimensión distinta, estaría hecha de algún tipo diverso de materia. Puede ser que yo mismo me estaba yendo a otro lugar o que esta ya estaba en parte.

También que se me negaba media luz en todo. Siempre habría una sombra sobre mí, sobre mi alma, sobre mi cuerpo, sobre mi vida. Eso me hizo ver las cosas de una manera ambigua y acorde a mi estado de ánimo. Era medio hombre, medio bestia, medio humano, medio feliz y medio triste. Una parte de mi estaba aquí y la otra no sé dónde ni como ni por qué pero tenía su propia media sombra en alguna otra parte del universo.

Empecé a dejar todo por la mitad, el trabajo, el sueño, las citas, la vida y la muerte misma. Estoy medio vivo o medio muerto, soy uno en el espejo pero incompleto en las paredes y el sueño donde se deslizaba esa terrible consecuencia de no sé que fenómeno cuántico, filosófico o personal.

Muchos dirán que exagero, que solamente es un reflejo, un aspecto y secundario de mi cuerpo ante la luz. Pero asumo que debe ser una especie de efecto rendija. Una parte mía es onda y la otra partícula y justamente no se pueden ver las partículas. Y por ende, espero, el tiempo me afecte solamente a medias. La rutina a medias, el amor a medias, la tristeza a medias. La dicha y la quiebra serían meras anécdotas.

Una opción que tengo que es ser esa media sombra o ser esa media parte invisible. Asumir mis medias responsabilidades o desvanecerme en esa parte nula, incompleta del alma, del pensamiento.

Por ahora comienzo el camino lento de ser del todo nada, nadie, un recuerdo. Una mitad que decide ser un entero, una ausencia pero plena, un silencio pero absoluto.


Martín Espinoza, 30 de diciembre de 2022

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