domingo, 12 de abril de 2020

PANDEMIA


Nadie lo vio venir nunca, de ninguna parte, de ningún lugar. Aunque dicen que ya algo se sabía, la verdad es que se les escapó de las manos a los más poderosos y, por ende, mezquinos y egoístas del mundo. Aquellos que juegan a ser dioses y no les importa la vida de nadie.

Ataca en silencio, es invisible, cuando te das cuentas ya sos su víctima. Pocos se salvan, pocos se curan, pocos sobreviven. Y los países más fuertes, por ende, lo más poderosos en armas y locos con alto entrenamiento militar no saben que hacer,. Caen uno tras otros sus habitantes al creer que son inmunes pues son parte de la gran patria que todo lo puede.

Nunca se hartaron de avasallar a las demás naciones, de imponer sus ideologías, sus métodos comerciales, sus creencias de mercado, su dios macabro que es el dinero, esa mentira que muchos idolatran. Pero ahora están aterrados, sus armas tan poderosas no sirven de nada, sus mercenarios asesinos son inútiles. Sus discursos políticos nulos ante lo que pasa. Tiene el que paga y paga el que tiene, es así la cosa, es así su realidad, ahora son víctimas de su propia mezquindad.

Y acá nosotros, de este lado del mundo. Encerrados, guardados, tal vez a salvo de la peste. Nos cuidamos entre todos pues no nos cuida nadie. Nos salvamos entre todos pues no nos salva nadie. Es así de simple. Pero hay monstruos que no piensan en nada, salvo en obtener ganancias, que quieren romper la cuarentena a toda costa para, al costo de la vida de muchos, puedan seguir facturando y llenado sus bolsillos de monedas inmundas de desprecio y liviandad.

Lo que no comprendo es que haya algunos pobres necios que apoyen a sus verdugos, a quienes no les interesa un poco su vida. Es un síndrome peligroso que se apodera de la cabeza de quienes creen que la vida es trabajo, que la identidad pasa por lo que se hace, que es alguien quien gana algo, quien gana dinero. Tanto tienes tanto vales han de decir al mirarse en el sucio espejo de su conciencia. Y eso es algo peor que el virus que nos ataca.

No sé cuando va a terminar esto, cuanto va a durar la tragedia, ni sus consecuencias. Lo que es seguro es que de esto nadie aprenda nada. Van a decir ciertas cosas endulzadas un tiempo breve, mientras les dura el susto, pero van a seguir, vamos a seguir igual que siempre. Espero que la próxima pandemia nos encuentre mejor preparados no económicamente si no emocionalmente evolucionados. Espiritualmente si es que eso existe. Quiero tener alguna esperanza.

Martín Espinoza, 12 de abril de 2020


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