Soñar con ella es estar despierto de alguna manera, más que en la realidad en la cual habito. Son años de verla apenas una dos veces cada vez, pero existe una continuidad, un hilo, una historia que avanza y de la cual capto partes sueltas.
Ella es seria, inteligente, libre e independiente. Siempre la visito o salimos de vez en cuando. Eso es lo que percibo los momentos de lucidez que tengo con el el paso de los años. Y recién noto que esta es la primera vez que escribo algo acerca de ella porque esta es la primera vez que tengo, o tuve su nombre, escrito en una carta que me dejó el último sueño que tuve.
Moura o tal vez Moyra, creo recordar, es su nombre.
Cada sueño conozco los lugares, recuerdo cosas de los sueños anteriores, están unidos por una lógica lacónica ajena a mí mismo. Y Moura siempre está ahí, ocupada, reunida con gente, sus amistades, varones y mujeres a los cuales conozco y es vidente que ellos también me conocen y nos dejan solos pero a veces soy yo quien debe irse.
Hablamos mucho, ella escribe con una letra perfecta textos de una redacción excelente y me quiere, ese es el milagro en este mundo al cual no sé si pertenezco y del cual dudo ser la persona que percibe las partes sueltas de esa dimensión, de esa realidad donde Moura existe.
Este último sueño me marcó el pensamiento con el poema que me dejó en las manos y que leía mientras sabía que despertaba e intentaba terminar y comprender antes de que desaparezca y olvide.
Probablemente tenga mas historias con ella, más vida y anécdotas que no recuerde pero no por eso no haya vivido, no hayan sido realidad en ese lado del mundo onírico. Quien sabe, en alguna oportunidad me quede en ese mundo con ella, con esta conciencia siendo a quien ama y respeta. Por eso espero cada sueño, cada noche, cada siesta como una meta, un destino, una verdad alterna o la real verdad donde la felicidad sea de ese lado de las cosas.
Porque Moura vale la pena. El amor tiene esa magia de conectar almas más allá de los espacios, los universos, las realidades y los sentidos. Es el alma, la misma alma que siempre nos une, nos conecta de alguna manera misteriosa que siempre desconocimos.
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