El
tiempo cambió, no el clima, si no el mismo paso del tiempo que se
mide en el reloj. No sé como explicarlo, todo va más veloz, las
horas duran menos, los días son más breves, los años pasan cada
vez con mayor rapidez. Y lo raro es que todos nos damos cuenta de
eso, pues comentamos lo rápido que pasan los meses, que pasa todo.
Pero a nadie parece importarle tal evento.
Esa
rapidez justamente es lo que me llama la atención, ese acortamiento
de los plazos temporales de las cosas, del universo mismo en el cual
nos encontramos inmersos. Pues el tiempo es una ilusión. Todo
sucede, todo pasa a la vez. Principio y final, presente, pasado y
futuro son lo mismo. El tema es que nuestra ilusión de tiempo está
cambiando.
Somos
un conjunto de partículas, caóticas en algunos universos que, en su
infinidad de variantes, en algún momento adquiere un orden y nos
determina, nos da forma y vida, a nosotros y a todo lo que nos rodea.
Lo que apreciamos, pensamos y sentimos como verdad, como la realidad,
no deja de ser nuestra construcción limitada por la propia mente y
sentidos.
Espero
que cuando nos demos cuenta que todo es una misma cosa, todos los
tiempos, todos los universos, toda la humanidad y humanidades
probables. Y que lo pensamos alfa y omega de las cosas, personas y
estrellas es falso, tal vez ese sea el principio de alguna
revelación, de una especie de evolución en la percepción y
conciencia nuestra de las cosas. Lo veo poco probable, pero no pierdo
la esperanza.
Martín
Espinoza, 29 de julio de 2018.-