viernes, 13 de enero de 2012

COTIDIANO FRACASO

Pasa muchas veces (me pasa muchas veces) que uno planea cosas, espera determinados hechos en base a sus propias expectativas. Si las cosas se dan asumimos que es natural haberlo logrado gracias a nuestros esfuerzos. Si no se dan las cosas como queremos tendemos a desilusionarnos, enojarnos ante la injusticia. ¿Quién tiene la culpa de este fracaso? ¿Dios? ¿Lo demás? ¿Yo que no pego una nunca?

Sospecho que yo soy quien hace mal todo siempre, que no tengo suerte o que Dios no tiene buena onda conmigo (creo en Dios). Uno se hunde en su frustración, se desespera porque había planificado, soñado un futuro en base a lo que esperaba lograr (recibirse en un determinado momento, conseguir tal o cual empleo, tener una pareja). No sé, la edad a veces me sorprende en situaciones donde no quiero estar porque todo el mundo tiene éxito donde yo fracaso, es un sentimiento muy incómodo.

Pero pensando en todo esto descubro que encerrarme en mi enojo, en mi frustración, la tristeza del vacío de no haber logrado nada es muy malo, ahoga, paraliza, no se ve lo bueno que hay y seguro que hay muchas cosas buenas aún entre los malos momentos. La templanza ayuda, la fe ayuda. Es desesperante no tener fe, no creer en nada más que uno mismo, cuando se fracasa se viene todo abajo o peor, tendemos a echarle la culpa a los demás, no asumimos nuestra culpa.

¿Pero hay culpa realmente? Muchas veces si, si subestimé la circunstancia, si fui cómodo o flojo para estudiar o trabajar. Pero muchas más veces no, si uno hace todo lo mejor que puede, si estudia a lo burro horas y horas todos los días o trabaja haciendo todo como se debe hacer y aún así no se logra nada… ¿Es mi culpa¿ ¿Hago todo mal? Quizás si, hay que ser sincero y maduro para ver realmente en que fallamos.

Pero a veces las cosas simplemente no se dan, simplemente nada pasa, nos sorprende la edad, el tiempo parece haber pasado volando, a todos les pasó algo en la vida menos a nosotros ¿Por qué? No sé, no tengo idea. Puedo pensar acaso que si las cosas se dan es por algo, que si nada se da debe ser porque quizás estemos mal, en el lugar equivocado, en la carrera equivocada, en el trabajo equivocado. ¡Pero yo quería estudiar esto! ¡Este es el trabajo que conseguí! ¡Ya soy grande para empezar todo de nuevo!

¿Será que hay que empezar de nuevo en cualquier momento de la vida? Parece que si. Que hay que ser valiente de una vez y asumir riesgos, responsabilidades, por suerte estoy más solo que el Principito así que si me salen mal las cosas no jodo a nadie más que a mí mismo y, de todos modos, siempre me salen mal las cosas, a esta altura ya nada me sorprende.

Vaya actitud positiva dirán muchos. Simplemente es que ya sabemos como viene el destino. Pero no por eso la dejamos de pelear, es eso o morir, si, porque hay que seguir vivos en este mundo, el tiempo pasa solo, los años se van solos sin que hagamos ningún esfuerzo, de nosotros depende aprovechar el poco tiempo que nos toca en el universo para hacer algo.

No digo ser famoso, millonario o inventar la rueda de nuevo, sólo digo poder tener un trabajo estable, con un sueldo digno (¿existe eso?), alguien que nos quiera y a quien sepamos querer, porque si estamos solos es porque no sabemos querer ni dejarnos querer por nadie, seamos realista en eso (uso el plural de cortesía para esconder que soy yo el desastre).

¿Es mucho pedir? ¿No es para mí eso? Todo se consigue con esfuerzo, todo pasa por algo, pero pasa si nos ponemos en campaña para que pase si. Si no… no esperemos en vano. Y bueno, y si se fracasa una vez más… volver a intentar, en una de esas alguna vez la emboquemos y nos salga alguna buena en la vida.

Quien diría, bueno yo no pensaba decir nunca cuando era más joven que a los casi 40 años iba a estar así, solo, sin trabajo, gordo y feo. Pero es la realidad, es lo que coseché, es lo que obtuve. ¿Injusticia del cosmos en mi contra? No, nada de eso, solamente fui yo quien hizo mal, por tonto, arrogante, necio, inocente, cortito de mente y pésimo en relaciones humanas… si, todo eso junto.

Lo que resta, por lo que resta de esta vida, es seguir nomás, la edad que tengo ya la tengo, lo que no hice ya no lo hice, lo que no tengo ya no lo tengo. Pero debo seguir adelante, algo bueno va a pasar. ¿Dije que creo en Dios no? Bueno, si, aunque me enoje con él, como una manera absurda de no asumir mi cuota de responsabilidad en mi fracaso.

Pero saco en limpio que se fracasa por dos cosas: por uno mismo o porque no iba a ser para uno tal o cual cosa o persona o lo que sea. Si no se da por algo es. Dios sabe por qué, el problemita es que uno no sabe que pretende Dios y a veces la noche es muy oscura si ninguna estrella que nos guíe. Ya amanecerá.

Con el tiempo, y sólo con el tiempo, uno ve que si las cosas fueron de tal manera es por algo, lo bueno y lo malo. O quizás es porque nos adaptamos a eso. Como sea. Somos consecuencia de lo que nos pasa en la vida, a cada día, a cada rato, con cada alegría y tristeza, eso nos forma. Aunque hay que se positivo aunque cueste porque si no, si nos gana la tristeza, el enojo la frustración con el tiempo y sin darnos cuenta nos podemos volver malos, envidiosos, apáticos, cerrados en nuestro propio mundo y eso no es vida. Es mirar (sin ver) como los demás viven mientras uno se sienta a quejarse de todo y terminamos siendo unos viejos amargados que no aguanta nadie.

Esto que leen no es un texto de autoayuda, de superación del propio ser, ni nada de eso, es simplemente un vertedero de ideas desordenadas, de pensamientos, de cosas que vengo maquinando en mi cabeza hace un tiempo y que puedo plasmar en un texto. No esperen sentirse mejores, aliviados y haber aprendido algo. No tengo nada que enseñar, todo lo contrario. Pero bueno, al menos tengo este don de poder expresarme. No arregla nada pero es catártico.

Quien te dice pero en una de esas por fin pueda hacer algo con mi vida, tener valor y pegar el salto, por ahora no del balcón. Es metáfora, de seguir, de intentar una vez más, aunque el juego esté arreglado y no estemos en la lista secreta de ganadores. Sigo participando.


Martín Espinoza, enero de 2012

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